miércoles, 17 de agosto de 2011

Marcelo Báez Meza





 Menciona a:


Jorge Reyes, el poeta de "Quito, arrabal del cielo"
Víctor Villegas, el poeta de "Magia y procedimientos diarios"
Francisco Granizo, el de "Muerte y caza de la madre"
Ernesto Carrión, el de "La muerte de Caín"



Marcelo Báez Meza (Santiago de Guayaquil, 1969), es Máster en Comunicación Pública de la Ciencia y la Tecnología por la Escuela Superior Politécnica del Litoral. Ganador de cinco premios nacionales de literatura y del Concurso de cuento breve Jorge Salazar 2010 convocado por la editorial peruana Pilpinta. Autor de cuatro poemarios (entre los que destaca Puerto sin rostros), tres novelas (entre las que sobresale Catador de arenas), dos libros de cuentos y dos libros de crónicas de cine. Antologías en las que está incluido: Poesía bilingüe (español/portugués) Entresiglos/ Entreséculos (Bianchi Editores-Edições Pilar, Montevideo, 1999); Relatos vertiginosos. Antología de cuentos mínimos (Alfaguara, México, 2000), compilador: Lauro Zavala; Pequeñas resistencias 3: Antología del nuevo cuento sudamericano (Editorial Páginas de Espuma, Madrid, 2004). Editor: Juan Casamayor.



  • ARTE POÉTICA


El dilema es ser poeta o artesano de la lengua
No es lo mismo escribir
La lluvia está cayendo
Que
Un polvo de cristales desciende sobre la tierra
¿Es largo el arte en esta vida breve?
Del útero al féretro
—esas tumbas gemelas—
La distancia es de un poema
¿En verdad la pluma lo eterniza todo
Sin que nada borre el codo del Tiempo?
El papel muere
Atravesado por lenguas de lluvia o agujas de fuego
Lo único que cuenta es la palabra
Enraizada en la memoria del mundo
¿Es la poesía un revólver sin balas
Que azar y lenguaje disparan?
El arma debe ser empuñada por la música
Nada nuevo hay bajo la Luna
Nada podemos inventar para salvarnos
Quizá sólo palabras



  • POEMAS



El lector como Teseo

Toda ciudad-laberinto entierra un tesoro vedado como el sentido
Y encierra un peligro del que nos defiende
Por eso es como una cruz inscrita en un círculo
El compás descansa en el centro
Y va creando la urbe en círculos concéntricos
El lector flexiona el sentido de su marcha al voltear cada página
Deshace y hace cada corredor de letras huyendo del centro o
/aproximándose a él
Cada estrofa es un muro, cada espacio en blanco es una galería
Ni entras ni sales: siempre has estado adentro
Instrucciones para perderse o encontrarse:
Recorre sus meandros
Mientras abro la puerta para que ingreses sin hilos
En este momento te nombro mi Teseo
No vaciles en luchar contra invisibles minotauros
Que tus huellas avancen seguras por cada recodo
Y que en nada se parezcan al rey ciego de Tebas
Que cada página sea un corredor
Que conduzca al siguiente poema


Oración de la ciudad

En el nombre de mi padre, de mi hijo y del mangle santo
Vivo en una urbe donde todos le dan la espalda a la ría
Remueven la pátina de las estatuas de bronce
Derriban casas viejas como quien manotea naipes
Habrá que conformarse consultando los libros que informan
/cómo se vivía antes
Cada vez hay menos brazos de ría
Los autos sobrepasan el número de peatones
Ciudadanos del primer puerto del reino de quito sufren de
/amnesia atemporal:
Han olvidado cómo vivían o pensaban sus ancestros
Disfrazan el presente en los centros comerciales
Para dilapidar el tiempo o mirarse en el espejo de cualquier
/subasta
Los arquitectos abrazan como modelo otros lares
No miran a Roma o Atenas para reconstruirla
No revisan la antigua cartografía
No recogen los pasos del historiador cauto
Pocos son los que recuerdan la lengua de los abuelos
La devoción por el pasado es falsa como la sonrisa del burgomaestre
Por las noches, Santiago de Guayaquil es un crucigrama de luces
Un burdel donde los parques están enjaulados
Impidiendo la escapada de los próceres
Un paredón en el que van muriendo los oficios de antaño
Un teodolito vencido por las nuevas ordenanzas
¿Cuánto se ha perdido en manos que conocen el arte de maquillar a
/los muertos?
El pasado es enemigo de esta ciudad consagrada
Hay que encerrar a todos en un aula
Y enseñarles la historia general de este puerto


Fundación mítica de Guayaquil

A Santiago de Guayaquil la fundaron varias veces
A mí tan sólo una
Fui un adelantado de mí mismo
Fui dado a luz en un prostibulario por dos negras curanderas
Estuve en el Támesis y tapé mis narices con su olor nauseabundo
En Venecia todo es muerte inclusive el agua
En el Nilo y el Missisipi también enfrenté superficies turbias
El espeso Guayas que rodea al puerto
Nada tiene que envidiar a la podredumbre de ríos de mayor estirpe
Durante el invierno se llena de alfombras verdosas
Su grey la llama lechuguines
Pero hay un olor que no lo tiene cualquier ciudad mas no proviene
/del río
Es el de los grillos muertos en la esquina de cualquier invierno
Tan sólo me queda recordar que amaba cruzar el río en una lancha
Ahora hay menos barcazas debido a los bancos de arena
Habría anhelado ser fundado varias veces y en diversos lugares
Antes de que me quiten el río y estos poemas

Cartulario

El fuego grande asoló mi puerto entre el cinco y seis de octubre de
/mil ochocientos noventa y seis
(casi un año después del nacimiento del cine)
¿Dónde están los esteros?
¿Por qué los cegaron?
¿Por qué los segaron?
Límites de Ciudad Nueva:
Entre el estero de Lázaro por el norte
La calle del fango por el sur
El Malecón o Calle de la Orilla por el este
Y la Calle Real o Barrio del Bajo por el oeste
Procurador: provea de lo que fuere justicia
Soy el cartulario de mis mentiras

El rostro del sedentario

Santa María, Macondo, Comala…
Me es imposible inventar otra ciudad
O simular que soy un monje del siglo XVII
Prefiero ser un auténtico aldeano a un falso cosmopolita
Mi nombre no es Larsen, Buendía o Páramo
La ciudad de este poema/río es un olor, un sabor, un cuerpo sucesivo
Una calle, un parque, un bar discontinuo
Santa María, Macondo, Comala…
No me llamo Ecuador, Pacífico o Santiago.
Sólo soy el viajero inmóvil
Usurpando el rostro del sedentario

El último puerto

Movimientos para cerrar una ciudad:
¿Dónde van a parar los versos borrados por la computadora?
¿Cuánto cambia un lector cuando se cierra un libro?
En esta página solía vivir el último puerto
Renglones pequeños que ansiaban ser un muelle
Recrearlos sería forjar otros cantares
Quizá de eso se trata la escritura
Escribir el poema perdido
O rescatar a la ciudad de entre la niebla